martes, 23 de agosto de 2011

inocencia


Cuéntame ese cuento de nuevo, ese que habla de como intentaste conseguirme a los 16 años, de las triquiñuelas que usabas para buscarme la boca, ya que por aquel entonces era uno de los mayores trofeos del patio del recreo. Recuerdo que te pegaste con Santiago, ese que te sacaba mas de una cabeza, pero te daba igual, sabía que saldrías mal parado...pero te daba igual, solo querías fardar a la mañana siguiente en clase de tus heridas de guerra.

Mientras tanto, tu madre te alimentaba a base de Sueños, Actimeles e Ilusiones, se aseguró de enseñarte también a atarlos a la almohada para que no se escaparan, pero como casi todo que has tocado en esta vida, acabaron estrellados contra el suelo.
No tienes motivación alguna, no tienes lágrimas, no tienes una familia, no tienes nada sólido que llevarte a la boca, no tienes nada que perder.










- Huele a tierra mojada y humedad en tu vida, como cuando caen las cuatro primeras gotas que anuncian una tormenta.

- Yo, siempre intento saborear ese olor al máximo y almacenarlo en la cajita de olores, para cuando necesito olerlo, y al cielo no le da la gana de soltar las cuatro míseras gotas que son capaces de alegrarme el día.





miércoles, 3 de agosto de 2011

Borrones de una agenda cualquiera.

No es un texto cualquiera, no es una canción cualquiera, no era una cualquiera.


"Hoy no tengo la cabeza como para escribir una genialidad, pero tu tampoco tuviste esa chispa necesaria el día que firmaste ese contrato en la servilleta de aquel bar, ya hace un año, delante de un café frío que sin embargo estaba ardiendo, ardía el deseo, la necesidad de ir al lavabo y con los ojos cegados comernos.

Ese mismo día me llenaste el cuerpo y los bolsillos de todos mis pantalones preferidos de semillas, las guardé unos días en mi mesilla, mientras me seguías alimentando de besos desenfrenados y vaivenes, lo que inevitablemente me llevó a doctorarme en tu sonrisa y a plantar y mimar las semillas que te encargabas de administrarme como si fuera mi dosis médica cada medianoche.



Las aboné, les acaricié e incluso les puse mi canción favorita mas de una vez al día, pero ellas seguían a lo suyo, en su tierra había frío, olía a diciembre, a resignación, a desilusión, incluso se apreciaba un olor a plástico, tanto en mi historia contigo, como en tus semillas."








Y enredao’ en tu vientre, como una serpiente,

cansao’ de este desierto.

Harto de la gente, he pensado siempre:

“estáis todos tan muertos”.