Cuéntame ese cuento de nuevo, ese que habla de como intentaste conseguirme a los 16 años, de las triquiñuelas que usabas para buscarme la boca, ya que por aquel entonces era uno de los mayores trofeos del patio del recreo. Recuerdo que te pegaste con Santiago, ese que te sacaba mas de una cabeza, pero te daba igual, sabía que saldrías mal parado...pero te daba igual, solo querías fardar a la mañana siguiente en clase de tus heridas de guerra.
Mientras tanto, tu madre te alimentaba a base de Sueños, Actimeles e Ilusiones, se aseguró de enseñarte también a atarlos a la almohada para que no se escaparan, pero como casi todo que has tocado en esta vida, acabaron estrellados contra el suelo.
No tienes motivación alguna, no tienes lágrimas, no tienes una familia, no tienes nada sólido que llevarte a la boca, no tienes nada que perder.
- Huele a tierra mojada y humedad en tu vida, como cuando caen las cuatro primeras gotas que anuncian una tormenta.
- Yo, siempre intento saborear ese olor al máximo y almacenarlo en la cajita de olores, para cuando necesito olerlo, y al cielo no le da la gana de soltar las cuatro míseras gotas que son capaces de alegrarme el día.
- Yo, siempre intento saborear ese olor al máximo y almacenarlo en la cajita de olores, para cuando necesito olerlo, y al cielo no le da la gana de soltar las cuatro míseras gotas que son capaces de alegrarme el día.